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14 junio 2009

EL CUENTO DEL ORO NEGRO


Las gaviotas lo divisan en el lejano horizonte. Es Román, el afable barco, quien luce una cubierta nueva y extraña.
«Román, Román, ¿qué traes ahora?», le preguntan.«Un cargamento negro, como ala de un cuervo».«¿Tan negro es?»«También fluye como el agua y es tan valioso como el mismo oro».
Las gaviotas esparcen la noticia en las costas y en los abismos sin nombre. Román se detiene frente a Ciudad Impoluta. Los peces se arremolinan en torno a su poa.
«Sí, así es, vale tanto como el oro», responde orgulloso el barco.«¡Queremos verlo, queremos verlo!», repiten unos pingüinos curiosos.
Román accede a abrir la llave de su misterioso y valioso cargamento. Una a una las gotas negras caen al mar.
«Es verdad, se mueve como el agua», comenta emocionado un pelícano.«Es negro como la noche», dice sorprendida una gaviota.«Es amarga como la muerte», titubea asustado un pez.
En el agua unas feroces pirañas negras devoran las aguas azules.
«¿Qué es eso», pregunta el sol.«Una boca negra», contesta aterrada una nube.
El sol se apresura en recoger sus cabellos amarillos, cierra la puerta del día y se recuesta en su cama lunar. Una extraña pesadumbre no le permite conciliar el sueño.A medianoche abre las cortinas del cielo y mira al mar. La boca negra ya tenía el tamaño de la noche. Las luces de la vida se han desvanecido bajo su sombra.
Obra bajo R.P.I. Nº 163.116 Santiago, Chile

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1 comentario:

  1. Vaya un cuento que deja pensando muchas cosas.

    Besitos que sepas que aunque a veces no digo na te leo.

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